Mi ruta por Aragón me llevó, casi por casualidad, a un lugar que terminó siendo uno de los más sorprendentes del viaje: los Mallos de Riglos. Estas formaciones rocosas, imponentes y rojizas, se alzan como gigantes de piedra a los pies del pueblo de Riglos, en la comarca de la Hoya de Huesca. Fue llegar y quedarme boquiabierto: paredes verticales de más de 300 metros que parecen esculpidas a propósito para desafiar la gravedad.
Aunque no soy escalador profesional, el ambiente que se respira en Riglos es puro espíritu vertical. Desde muy temprano vi a grupos de escaladores preparar su equipo, revisar cuerdas y comenzar ascensos que parecen imposibles desde abajo. Algunos mallos tienen nombres tan evocadores como El Puro, El Firé o La Visera, y son auténticos iconos del alpinismo español.
Senderismo con vistas privilegiadas
Para quienes preferimos la tierra firme bajo los pies, existe una ruta circular que rodea los mallos y ofrece vistas espectaculares. La hice en una mañana clara y no dejó de sorprenderme. El Camino del Cielo (PR-HU 98) es exigente pero accesible, con subidas y bajadas entre encinas, romeros y vistas que cortan el aliento. Desde los miradores naturales, se ve todo: los mallos en primer plano, el río Gállego serpenteando abajo, y las aves rapaces —buitres leonados, sobre todo— surcando el aire con majestuosidad.
Riglos, el pueblo colgado de la roca
El pueblo de Riglos es encantador. Pequeño, tranquilo y literalmente abrazado por las paredes rocosas. Pasear por sus calles empedradas con la mirada constantemente dirigida hacia arriba es parte de la experiencia. En el centro hay un pequeño bar y centro de interpretación donde puedes aprender sobre la historia geológica y deportiva del lugar.
Consejos personales
- Primavera y otoño son ideales: temperaturas suaves y menos afluencia.
- Para senderismo, lleva buen calzado y agua. El sol aprieta y hay poca sombra.
- Si te interesa la escalada, es un destino de primer nivel, con vías de todos los grados.
Los Mallos de Riglos son mucho más que una postal impresionante. Son un lugar donde la roca y el esfuerzo humano dialogan, donde la naturaleza vertical desafía los sentidos y la aventura se siente en el aire. No importa si vienes a escalar, caminar o simplemente mirar: aquí, el vértigo se transforma en asombro.
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