Castillo de Loarre: Un viaje medieval entre historia y cielo

Durante mi ruta por la provincia de Huesca, decidí detenerme en un lugar que muchos me habían recomendado como uno de los más impresionantes del patrimonio aragonés: el Castillo de Loarre. No exageraban. En cuanto lo vi aparecer sobre una colina solitaria, dominando el paisaje de la Hoya de Huesca, entendí por qué se considera el castillo románico mejor conservado de Europa.

Visitarlo no es solo ver una fortaleza, sino viajar en el tiempo. Cada piedra, torre y capilla guarda ecos del pasado: del siglo XI, de reyes, monjes y soldados.

Llegar y quedar sin palabras

El acceso al castillo ya es impactante. Desde lejos, su silueta se recorta contra el cielo, majestuosa y desafiante. Aparqué en el área habilitada y subí a pie los últimos metros. Las murallas imponentes, el paisaje árido a sus pies y las montañas al fondo crean una estampa digna de película. De hecho, aquí se rodó parte de El Reino de los Cielos de Ridley Scott.

Explorando sus rincones

La visita al castillo fue libre, aunque también se puede hacer con guía. Recorrí sus salas, subí a las torres y me adentré en la iglesia de San Pedro, con una bóveda impresionante. Las escaleras estrechas y los pasadizos oscuros te hacen imaginar la vida en la Edad Media. Las vistas desde lo alto son espectaculares: campos infinitos, pueblos diminutos y, en días claros, hasta los Pirineos.

Uno de mis rincones favoritos fue la torre de la Reina, desde donde el viento golpea con fuerza y el silencio lo envuelve todo. Te hace sentir parte de algo mucho más grande.

Una joya de la arquitectura románica

Además de su historia militar, el castillo destaca por su arquitectura románica. Es increíble pensar que esta fortaleza lleva en pie más de mil años. Su conservación es ejemplar, y permite imaginar cómo era una construcción defensiva y religiosa en plena frontera con Al-Ándalus.

Recomendaciones para la visita

  • Mejor ir con calzado cómodo: hay cuestas, escaleras y suelos irregulares.
  • Lleva agua, especialmente en verano. El castillo está expuesto al sol.
  • Visítalo al atardecer si puedes: la luz dorada sobre la piedra es mágica.
  • Muy recomendable combinar con una visita al cercano pueblo de Loarre o al pantano de la Sotonera.

El Castillo de Loarre no es solo un monumento; es una experiencia. Una de esas visitas que te hacen detener el ritmo, levantar la vista y recordar que hubo un tiempo en que vivir significaba defender, creer y resistir. Si te gusta la historia, la arquitectura o simplemente la belleza en estado puro, no te lo puedes perder.


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